Desde adentro – Entrega 02
“No hay mal que dure cien años, ni cubano que lo resista.”

La travesía. No hubo avión para ti
Eso de montarse en un avión en Cuba y aterrizar en Miami o en Fort Lauderdale, una hora y cuarto después, a ti no te tocó. Tu avión salió al revés, hacia el sur, y desde ahí empezaste a subir, pero por tierra. Una travesía incierta y sin garantías de seguridad. Solo confiabas en Dios, en tu suerte, y en la buena onda del coyote.
La ruta parecía interminable. Viviste una auténtica odisea, en aquellos buses viejos que se desarmaban en las curvas, en las terminales ruidosas y en la certeza de que había mucha gente peligrosa. Fronteras y más fronteras que te hacían sentir desterrado en cada cruce. Dormiste donde se pudo, comiste lo que apareció, y cargaste una mochila que ya era parte de tu cuerpo. Los riesgos eran reales, hasta para tu propia vida. No había garantías de nada, solo avanzar, cansarte, y disfrutar que cada kilómetro te acercaba un poquito más a tu destino.
Fue realmente duro, pero también tú te endureciste. Centroamérica es del tercer mundo, es verdad, pero tú saliste del inframundo. Lo sentías en cada ciudad que pasabas, en cada comida barata, en cada bus que montabas. No fue fácil, pero sí fue diferente. Y al final entendiste que ese camino te cambió para siempre, y eso es algo que todos debemos respetar.
México lindo y querido
México no era el final, solo estaba en el camino. Era una estancia obligatoria. El albergue fue tu casa, con sus camas apretadas, las colas para todo, y las reglas que te recordaban que aún no eras libre. Las noches eran muy ruidosas. Se sentían pasos, gente hablando, y niños despiertos, pero por dentro sentías un gran silencio. El de la espera.
Algunos estaban trabajando en mercados, otros limpiaban patios y otros hacían Uber con una cuenta ajena. No había trabajo estable ni seguro, pero era lo que tocaba mientras llegaba el momento de cruzar. Cada peso era oro. Podías comer, mandar un mensaje a Cuba, comprar una medicina, pagar el teléfono y guardar algo, por si acaso tenías que correr.
Y a pesar de que el calor y el cansancio dejaban sus huellas, el problema grande eran los retenes. Aparecían en cualquier parte. Lo mismo en la esquina, o en la carretera o en una parada cualquiera. Eran policías, militares, migración, todos con uniforme y pidiendo papeles que no tenías. Cada encuentro con ellos era un susto. A veces te dejaban seguir, otras, te dejaban pagar, pero siempre quedaba la duda de si ese día ibas a terminar sin problemas.
México lindo y querido, sí, pero tú no estabas ahí para quedarte. Estabas desesperado por irte, por cruzar, por dejar atrás la pausa y seguir adelante. Cada día era una nueva esperanza, pero no por eso se perdía la ansiedad. Estabas cerca, y no dejabas de pensar en el río, y en tu destino después de cruzarlo y entregarte.
La última frontera
El Río Bravo. La última valla de la carrera. Tú también eres bravo, y llegó el día de cruzarlo. No era agua solamente, también era miedo y esperanza, todo mezclado en aquella impetuosa corriente. No había vuelta atrás, ya estabas mojado y poco a poco avanzabas, firme, seguro, sin miedo.
Al otro lado no te esperaba una fiesta. Tampoco había un público coreando tu nombre entre vítores y aplausos. Te espera la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos. Tu corazón galopaba mientras te acercabas. La buena noticia es que ese momento fue como un electrocardiograma que demostró que estabas entero.
Después, vinieron los papeles. I-220A, I-220B, parole…, letras y números que definían tu vida. No eran simples documentos, eran tu pase temporal, tu derecho a esperar y tu obligación de cumplir. Lo importante era que ya estabas dentro.
Ya estás dentro, ya tienes papeles, pero lo bueno empieza ahora: la vida bajo techo ajeno.


¿Seguridad en Frontera? Visita CBP
¿Viviste algo parecido? ¿Un momento, una imagen, una frase?
Déjalo en los comentarios o envía tu historia a: 📩 admin@cubafuera.com
Desde adentro, seguimos contando lo que no se ve desde fuera.
✅ Habla con respeto.
✅ Se permiten experiencias personales, opiniones y preguntas.
❌ No se permiten ofensas, vulgaridades ni ataques a otros usuarios.
❌ Nada de propaganda política, partidista ni publicidad.
✅ Puedes mencionar lo que viviste, incluso si la política marcó tu vida, pero siempre desde la experiencia y sin pelea.
Este espacio es para construir comunidad, no para pelear.